lunes, 14 de septiembre de 2009

Paseo por la ciudad

Hoy nos sacaron a pasear por la ciudad en colectivo, y debo admitir que no me convence todavía. Sí, es bonita, tiene mucho más verde que la media de las grandes ciudades, tiene un lago gigantesco en el medio... pero por alguna razón sigo con el prejuicio en la cabeza de que es una ciudad apagada e industrial. Debe ser el clima, nublado y ventoso hasta ahora.
Anyway, hicimos una recorrida por el núcleo histórico de la ciudad, o lo poco que le queda de histórico después de un gran incendio en el S. XIX y de la segunda guerra. Eso le da a la ciudad un toque de mezcolanza, con edificios nuevos y viejos a la par, siempre bastante bien armonizado. Los dos puntos salientes: (los restos de) la iglesia de St. Nikolai, monumento contra la guerra; y la ciudad de los almacenes, el sistema de depósitos portuarios más grande del mundo (hoy en día siendo reutilizado para otras cosas, entre ellas, una expansión de la zona laborable/habitable de la ciudad).

Esperemos que por el bien de la ciudad salga el sol...

Perlitas del viaje

  • El Boeing 747 es grande (creo que ya lo dije... ) ;-)
  • Bravo por el inventor del kit de emergencia para cortes en aviones: un blister con agua oxigenada, una pequeña gasa y una curita, todo convenientemente empaquetado para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero (y el dedo pasado por el borde de una hoja de revista afilada) :P
  • Lufthansa no es lo más grande que hay, a pesar de lo que dicen. Buen servicio, pero no excelente (un vuelo transatlántico con pantallas comunes en los pasillos? por favor, hasta TAM tiene pantallas individuales...) :-(
  • Por el contrario, T-Mobile sube escalones por la cobertura wi-fi gratuita en el aeropuerto de Frankfurt :D
  • Los molinos de viento, vistos desde el aire, son gigantes que mueven más brazos que el famoso Briaero :-)

domingo, 13 de septiembre de 2009

Fly me to the moon

No dejo de sorprenderme. El 747 es un avión grande. Ya sea parado a su lado, o visto desde la puerta de embarque, o subido en él. Es grande, punto. Una vez arriba uno se olvidaría de que está volando, si no fuera por el permanente ruido sordo de los motores y las (muy raras en este viaje) turbulencias. Y entonces, a la noche, mirando por la ventana, aparece la luna. Por un momento hay algo raro en ella, algo que no cuadra del todo. Y entonces te das cuenta: está abajo. En la oscuridad y sin un punto de referencia de un ala o un horizonte en penumbras, esa luna ilusoriamente pequeña que desde siempre hemos aprendido a asociar a una posición alta en el cielo, está abajo. Y tú viajas hacia ella, la única luz en ese mar de negrura.